viernes, marzo 31, 2006


Homenaje multitudinario en la Universidad; intimidad en el Cementerio de La Teja
Entre llantos y aplausos despidieron los restos del escribano Fernando Miranda
Un cerrado, emotivo y largo aplauso de los centenares de presentes acompañó la urna que era transportada por Javier Miranda escaleras abajo por la puerta lateral de la Universidad de la República, hasta llegar a atravesar el corredor humano apostado en el Callejón de los Derechos Humanos, que llegaba hasta la calle Rodó, en donde esperaba un vehículo encargado de transportar los restos de su padre, el escribano Fernando Mirand, a hasta su última morada, el Cementerio de La Teja.

En el aula que lleva su nombre, el escritorio, el Código Civil, la urna con los restos, el banderín universitario, la silla vacía.
El aplauso repercutió en los oídos, las lágrimas corrieron por varios rostros y era prácticamente imposible no erizarse ante la presencia de ese hombre que transportaba con mucho dolor los restos de su padre, en una urna de madera, asesinado por agentes de la dictadura.
Fernando Miranda era militante del Partido Comunista y profesor titular de Derecho Civil de la Universidad de la República; fue secuestrado el 30 de noviembre de 1975 por las Fuerzas Conjuntas, torturado y asesinado por un oficial del Ejército cuya identidad es conocida. Miranda, al parecer, fue ultimado con un mortal golpe de karate en el tórax. Sus restos fueron hallados el 2 de diciembre de 2005 en el Batallón Nº 13 y un día después, terminaron de ser removidos de la fosa. El 1º de marzo pasado, la Presidencia de la República confirmó que se trataban de los restos del escribano Miranda. Treinta días después se llevó a cabo el velorio y su sepultura. El hallazgo y confirmación de la identidad ­mediante un examen de ADN- colocó un gran signo de interrogación acerca de la veracidad de los informes entregados por militares a la Comisión para la Paz y por el comandante en jefe del Ejército al presidente Tabaré Vázquez. En el primer caso, los datos aportados por militares señalaron que los restos de Fernando Miranda fueron inhumados en el Batallón Nº 14, exhumados, incinerados y arrojados al Río de la Plata en 1984. En el segundo caso, el informe del Ejército señaló que los restos fueron inhumados en el Batallón Nº 14, exhumados, cremados y esparcidos en la zona.
A las 9 de la mañana de ayer, en el salón 1 de la Facultad de Derecho, en la Universidad de la República, que lleva el nombre de "Escribano Fernando Miranda", comenzó el velorio del segundo desaparecido recuperado, lugar seleccionado por su hijo Javier ya que el escribano era un hombre de la mayor casa de estudios. Además, precisamente allí impartió docencia durante varios años.
Prácticamente toda la plana política acompañó el doloroso momento, sumados a miles de ciudadanos que dijeron presente en la ocasión. Entre los que se acercaron a presentar sus condolencias se destacó la visita del presidente de la República, Tabaré Vázquez, que llegó al velorio sobre las 9.15 horas, minutos antes lo había hecho el secretario de la Presidencia Gonzalo Fernández.
También acudieron al velorio el vicepresidente Rodolfo Nin Novoa, los ministros Mariano Arana, Marina Arismendi, Azucena Berrutti, Jorge Brovetto, Reinaldo Gargano, Héctor Lescano, José Mujica, María Julia Muñoz, los subsecretarios Ernesto Agazzi, José Bayardi, Miguel Fernández Galeano y Belela Herrera, además de gran cantidad de senadores, diputados, embajadores, militantes comunistas, estudiantes, activistas de derechos humanos y por supuesto las "viejas" de Javier Miranda.
Quizás sea más fácil contabilizar las ausencias, no participando en esta ocasión los tres ex presidentes, Julio María Sanguinetti, Jorge Batlle y Luis Alberto Lacalle. Cabe destacar que en lo que tiene que ver con el Partido Nacional su directorio se hizo presente casi en pleno. Mientras que en filas coloradas pudo observarse al ex ministro Guillermo Stirling, otrora alumno del fallecido y al ex senador y ex director de Posdata y Jaque Manuel Flores Silva.
El ingreso al velorio estaba previsto por la puerta principal de la Universidad de la República, en donde luego de tomar por el pasillo de la derecha estandartes con las caras de los desaparecidos formaban un corredor que acompañaba hasta una amplia aula velatoria, en cuyo centro, arriba de su escritorio de madera rodeado de flores blancas, descansaban en una pequeña urna de madera lustrada, los restos mortales del escribano Miranda.
Al costado de la urna, colocaron su viejo Código Civil con anotaciones personales y un viejo banderín de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Alrededor de la habitación, contra la pared, se encontraban dispuestas una fila de sillas desde donde marcaron su presencia familiares y amigos de la víctima.
A medida que se fue acercando el mediodía más de una cuadra de personas hacía cola para ingresar a la máxima casa de estudios, visitar el aula Fernando Miranda y salir posteriormente por el Callejón de los Derechos Humanos, en donde también se apreciaban imágenes con las figuras de los detenidos desaparecidos, abriendo ese camino visual el rostro de Ubagesner Chaves Sosa.
Finalmente, sobre las 13.00 horas las coronas de flores comenzaron a ser retiradas, anunciando la inminente partida del féretro en manos de su hijo Javier, hasta el Cementerio de La Teja, en donde se realizaría el sepelio a las 15.00 horas.
El entierro de Fernando Miranda, por decisión de su hijo, fue de carácter privado. *

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