viernes, febrero 19, 2010

Carlos A. Caggiani

Prohibición del calentador S.U.N.
por Carlos A. Caggiani

He recibido innumerables mensajes y llamadas telefónicas de radios y diarios montevideanos, preguntando sobre que piensa el inventor de un producto cuando prohíben su venta por considerarlo peligroso.

He leído con atención las opiniones de la gente sobre la prohibición del S.U.N., ese aparatito que ha llegado a ser tan popular dentro del pueblo uruguayo, y me enorgullece que haya cumplido su cometido por 47 años.

Volvieron a renacer mis memorias de tiempo jóvenes del año 1963, cuando comenzaron mis sueños de inventor. Las humeantes calderas en las oficinas públicas me habían inspirado a encontrar una manera mejor de calentar el agua. Tenía que ser un dispositivo de pequeño tamaño, que se pudiera introducir en un termo, calentar el contenido en pocos segundos sin contaminación y que fuera accesible en precio.

El primer intento fue conectar dos placas de cobre a los polos eléctricos, cosa que funcionó, pero no pasó las pruebas de laboratorio debido a que la electrólisis contaminaba el agua. Varios metales fueron experimentados con el mismo resultado, hasta que decidí usar una resistencia de cromo-níquel envuelta en un tambor de cerámica y unida en cada extremo a los dos polos eléctricos.

Esto dio al nacimiento de un calentador que cumplía con todas mis expectativas.

Era algo tan sencillo, que decidí llenar una aplicación en la oficina de patentes de Montevideo, tratando de tener alguna protección de la idea. Sin dinero para pagar un abogado de patentes, me presenté en aquella oficina de la Ciudad Vieja y con la ayuda de un amable empleado conocedor de su trabajo, preparé los documentos de patente.

Seguidamente, me pareció indicado registrar una marca y pensé que “Sun” (Como Sol en inglés) sería una buena opción.

Desgraciadamente, esta marca ya estaba registrada y se me ocurrió hacer una sigla con las letras S.U.N. y llamar al calentador Soy Una Novedad.

Así comenzó la venta de mi primer invento. Esto me daba algo de dinero, que en aquellos tiempos gastaba en viajes a Río de Janeiro y/o Buenos Aires.

En 1964, decidí hacer un viaje de aventuras por el mundo en mi vieja motocicleta Indian Chief de 1947, y vendí la patente del S.U.N.

Viajé por dos años, recorriendo 26 países incluyendo las tres Américas y Europa, regresando a Uruguay en 1966 con una maleta cargada de ideas que no pudieron realizarse en mi país de origen y por lo cual, emigré a los Estados Unidos de América, donde a mi paso me habían ofrecido estudios y trabajo. Hice mi vida en este país, formando una familia y disfrutando las oportunidades de trabajar en lo que más me gustó. Obtuve muchas patentes de invención que fueron puestas en el mercado por la empresa en que trabajé y me jubilé como vicepresidente de implementación de tecnologías en el año 2002.

Ya jubilado, escribí algunos libros, entre ellos Huellas y Horizontes que es la historia de mi viaje por el mundo y que describe un poco el Uruguay que dejé y mi reencuentro con él muchos años después. www.huellasyhorizontes.com

Les he contado esto, para que los lectores tengan una idea de quién soy, como nació el famoso S.U.N. y como me siento con la prohibición de su venta en el mercado uruguayo.

Primeramente, no tengo ninguna clase de interés creado para oponerme a la prohibición de este artículo, que aunque fue desarrollado por mí hace ya mucho tiempo, dejó de pertenecerme desde el momento en que vendí la patente. Tampoco sería ético criticar las resoluciones del gobierno por tal prohibición.

Imagino, que la URSEA piensa que es peligroso el uso del S.U.N. dado a que la electricidad está en contacto directo con el agua y esto pone en peligro a la persona que toque un recipiente conductivo o que introduzca la mano dentro del recipiente en que se esté usando el S.U.N.

Lo que sí me gustaría decir, es que hay muchos artículos en el mercado mundial que son peligrosos, algunos más peligrosos que el S.U.N. y en cada uno de ellos, hay una etiqueta previniendo su uso o el peligro que significa usarlo sin seguir las instrucciones.

Creo que se debería de haber tenido en cuenta los 47 años de existencia del producto sin que se haya reportado ningún accidente.

Una idea para la etiqueta del S.U.N. sería:

Haga como el gobierno…
¡NO META LA MANO EN LA LATA!

© Carlos A. Caggiani para Informe Uruguay